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Antes que nada conviene tener claro en qué consiste una auditoría. Se trata de la revisión, por parte de un profesional contable, de la contabilidad de una empresa para acreditar ante terceros la razonabilidad de la veracidad y fiabilidad de su contenido.
La más habitual es la auditoría que se realiza sobre las cuentas anuales de la sociedad, de carácter obligatorio y que termina después de la revisión, dando lugar a un informe acerca de dichas cuentas y en el que se recogen la imagen fiel de la sociedad, así las cosas lo normal es que se recurra a una empresa de la zona buscando auditores Madrid o Barcelona por poner un ejemplo, si bien, actualmente y gracias a internet se puede recurrir a empresas de otras comunidades.
En contra de lo que muchas personas piensan, el fin de una auditoría no es la detección de fraudes (si bien estos podrían evidenciarse durante el trabajo), sino que el objetivo es aportar a los agentes sociales información acerca de la corrección de la información contable que está publicando la entidad auditada.<
¿Quién es el encargado de realizarla?
Teniendo ya claro qué es y por qué realizar una auditoría, lo siguiente es saber quién se encarga de ella. Pues bien, el informe de auditoría debe hacerlo un experto independiente, que tendrá que estar inscrito en el Registro Oficial de Auditores de Cuentas (ROAC) del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC).
Para ser auditor hay que tener una titulación universitaria previa, y superar unas duras pruebas teóricas y prácticas para acceder al ROAC. También es necesario certificar que se cuenta con experiencia profesional en una firma o despacho de auditoría de un mínimo de tres años.
El auditor trabaja con un equipo de profesionales cualificados que hace el trabajo de campo, cumpliendo siempre la Ley de Auditoría.
¿Cuándo hay que realizar una auditoría en una empresa?
La legislación mercantil obliga a auditar las cuentas anualmente. Pero este no es el único motivo para realizar una auditoría, ya que puede ser interesante para la propia empresa por distintos motivos.
Es por ello que existen las auditorías voluntarias, que se realizan en con el objeto de buscar la transparencia y la fiabilidad, o por otras razones que establece la ley.
Tal es el caso de las entidades cotizadas, las sociedades de intermediación financiera, las compañías emisoras de oferta pública, determinadas ramas de seguros, sociedades que reciban subvenciones o ayudas o contratos públicos superiores a 600.000 euros.
Deberán someterse a auditoría también aquellas empresas que vayan a llevar a cabo ciertas operaciones societarias, como operaciones acordeón, fusiones, etc.
Y en último lugar, en las sociedades anónimas o limitadas que no estén obligadas a someterse a una auditoría, aquellos socios que tengan una participación de más del 5% podrán pedir al Registro Mercantil de la provincia la realización de una auditoría. De esta manera conseguirán la mayor transparencia y fiabilidad posible sobre su inversión
No hay que olvidar que el auditor exigirá a la empresa y su personal colaboración máxima, por lo que durante algunas semanas el departamento contable-administrativo estará bastante saturado.
También solicitará información acerca de la compañía y sus saldos contables a bancos, asesores, clientes y acreedores para contrastarla con las cuentas.